Islas y olas de calor
España, al igual que toda Europa (y el Norte de África, y Asia), se encuentra sumida en una ola de calor. La primera del verano pero no del año. En junio, todavía en primavera, hubo otra ola de calor totalmente anómala, en la que se estima que hubo más de 200 muertes a consecuencia del calor, con temperaturas por encima de 40º en Francia, Italia, Suiza, Portugal y Reino Unido además de España.
Ahora en julio estamos sumidos en otra. Con temperaturas de 40º en el Norte de España y de 45-47ºC en otras regiones más calurosas como Extremadura. En España hace calor en verano, pero no tanto.
En el resto de Europa hace también calor, en Reino Unido han activado por primera vez la alerta roja por temperaturas superiores de entre 38-40ºC. Hablamos de países donde el aire acondicionado prácticamente no existe. Con las consecuencias para la salud de viviendas y ciudades no adaptadas en absoluto al calor.
Desgraciadamente, el hecho de que sea una ola de calor no quiere decir que sea corta, en 2015 se produjo la ola de calor más duradera de la historia de los registros en España, 26 días de ola de calor, la segunda más duradera fue en 2003 con 16 y la tercera en 2017 con 9. Esta, según las predicciones puede llegar al pódium. Ojalá no lo haga.
En marzo de 2022 hubo ola de calor en la Antártida, entre marzo y mayo en la India, en mayo-junio en Brasil alcanzando todas ellas temperaturas extraordinarias superiores a los 40ºC.
Y, ¿qué tienen que ver las islas de calor?
No tiene relación directa pero sí influyen y mucho en cómo sobrellevar este calor sofocante. O lo que es lo mismo, influyen en cómo adaptarnos al cambio climático en forma de olas de calor frecuentes.
Una isla de calor, no es una isla como tal si pensamos en islas como Gran Canaria, Ibiza, isla de Margarita… si no que es un fenómeno que se produce en las ciudades por los materiales de construcción empleados como asfalto, hormigón, los propios colores oscuros y grises, el calor que desprende el tráfico y la falta de vegetación que facilitan que durante el día se absorba mucho más calor y posteriormente durante la noche se libere lentamente, generando más calor.
Dado que en las ciudades hace más calor, se incrementa el uso de aparatos de aire acondicionado lo incrementa las emisiones de calor en un bucle por el que cada vez la temperatura se va incrementando.
Se llama efecto isla de calor porque a medida que nos alejamos de la ciudad este efecto se va disipando porque toda la masa gris y compacta de edificación cada vez está más alejada.
Según la WMO (World Meteorological Organization), este incremento puede ser entre 5 y 10ºC más elevado dependiendo de la ciudad.
En consecuencia, las olas de calor que sufrimos son mucho más intensas en temperatura en las ciudades que en la periferia y en las zonas rurales.
Por cierto, no sólo hay olas de calor terrestres, también las hay marinas y aquí puedes leer sobre ellas.
Soluciones para evitar el efecto isla de calor
Las soluciones para el efecto isla de calor de las ciudades son variadas y aunque reducirlo a cero es bastante difícil hay acciones que se pueden realizar para reducir el aumento de temperaturas dentro de las ciudades que tienen efectos importantes sobre la salud e incluso pueden llegar a provocar la muerte de algunas personas. Algunas dependen de nosotros y otra de la gestión (vamos, de nuestros votos).
En primer lugar y más importante es intentar reducir el tráfico en el interior de las ciudades potenciando la movilidad sostenible: vehículos eléctricos, bicicletas, uso de autobuses, trenes, tranvías… son soluciones que, a su vez, reducirían la contaminación atmosférica con un efecto positivo sobre la salud. Los vehículos aumentan la temperatura, nada más acercarnos a un vehículo en marcha podemos apreciar fácilmente el calor que desprenden.
Sin embargo, no podemos ser ingenuos, vivimos en una sociedad muy adaptada al automóvil donde los servicios públicos de movilidad urbana e interurbana (no nos engañemos, una parte de la ciudadanía vive en una ciudad y trabaja en otra con la dificultad de uso del transporte público) no son suficientes. Las inversiones y el cambio social necesario son importantes y pueden ser más lentos. Mientras tanto, podemos evitar utilizar nuestro vehículo particular e ir reduciendo el aporte de temperatura a las ciudades.
Otra opción es incrementar la vegetación de las ciudades que reduce la absorción de calor por parte de los materiales con los que están construidas las ciudades.
Aumentar las zonas verdes dentro de las ciudades, avenidas con grandes árboles y vegetación que permitan a su vez recuperar las corrientes de aire, adaptar éstas a la circulación de los vientos.
Otra opción dentro de las posibilidades más individuales se encuentra la creación de azoteas verdes.
Las azoteas verdes, también llamadas techos verdes, son cubiertas vegetales de vegetación de diferentes tipos como plantas, árboles, arbustos… situadas en la parte superior de los edificios (tejados, azoteas, terrazas).
No sólo reducen el efecto isla de calor de la ciudad si no que también aislan térmicamente los edificios de manera que las últimas viviendas se encuentran mejor aisladas.
La utilización de materiales de construcción adaptados al entorno. En particular materiales de colores claros que reflejen y no absorban la radiación solar como el uso de materiales naturales como piedra natural en colores claros, pinturas de colores claros, que tengan un elevado Índice de Reflectancia Solar (SRI). El uso de pavimentos de colores claros, tierra, que permitan que la vegetación se integre en los pavimentos.
Por supuesto, la construcción bioclimática, adaptada para la eficiencia energética para reducir el uso de aires acondicionados y así evitar a este aumento de temperatura. ¿Quién no ha pasado cerca de una máquina de aire acondicionado que desprendía calor?
P. S.- Mientras tanto 30 incendios azotan España, nuestros vecinos Portugal y Francia están igual. Las altas temperaturas y la baja humedad están quemando el sur de Europa. Grandes incendios forestales que cada vez son peores debido al cambio climático. Aquí este post que escribí en 2018 y que es de plena actualidad sobre incendios forestales y cambio climático. No sólo se queman árboles, se destruyen ecosistemas completos con millones de animales que mueren quemados o asfixiados.
P. S. 2 - El viernes murieron en España 123 personas por la ola de calor.